martes, 1 de septiembre de 2015

Esperando a Godot


Lo que está pasando con la política de nombramientos del Gobierno de Canarias raya lo absurdo y lo trágico-cómico: nombramientos de Altos Cargos de perfiles sin requisitos acordes con las características del puesto a desempeñar, recolocacion  de cargos por cuotas territoriales de poder, de marcados perfiles políticos, o por compensación de errores de bulto en la elección de las personas candidatas, atendiendo a la máxima de que se vale tanto para un roto como para un descosido, en algún caso, elección de candidata que ya tuvo anterior cargo con el Partido Popular en detrimento de otros u otras candidatas, afines o militantes de los partidos firmantes del Pacto de Gobierno, con el agravamiento de ciertas incompatibilidades funcionales y de dudosa probidad personal y de gestión pública, o también, de otro candidato nombrado para después a la semana dimitir, alegando que no se lo había pensado bien. De pena, lamentable y bochornoso.

Se me ocurre, al igual que en la obra "Esperando a Godot", que inmortalizara Samuel Beckett, el asunto de los nombramientos  de este desGobierno ha sido todo un ejemplo de máximo dislate, de lo trágico cómico y absurdo aplicado a la política de nombramientos que se ha seguido. Siendo este proceder grave, si cabe, lo es mucho mas el que no se haya corregido a tiempo ante la evidencia y pareceres contrarios y fundado, expresados tanto desde el interior orgánico de los partidos, por lo pronto coaligados, como de la opinión pública en general.

En la obra de Beckett, igual de trágico-cómica y absurda, los personajes esperaban a Godot, pero este nunca se presentó porque ni tan siquiera existía. En nuestro caso, ha ocurrido algo parecido Todos esperábamos a Godot e imaginábamos que el proceder de este Gobierno seria, en este tema, riguroso, fundado y serio. Pero no, no ha sido así, ni existe rigor, no se le espera, ni parece que exista un mínimo de ética pública, tampoco se le espera. Así que esperar no se puede esperar nada, Bueno, tal vez para la próxima no perdamos la memoria, ni la esperanza. Pura alegoría con el Godot de Samuel Beckett.
             

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