viernes, 22 de julio de 2011

Un día de trilla




El día elegido fué el 1 de julio de 2011. Es el segundo año que trillo mi propia cosecha de trigo. Esperaba con ilusión ese día por mi y por mis invitados. Por mi porque volvía a revivir esa experiencia que de niño disfruté con mi abuela, mis tíos y mis primos en Lanzarote. Recuerdo el jolgorio que se formaba en torno a la era. Los adultos a su cosas y nosotros divirtiéndonos y distrayendo a los animales, en este caso eran burros, esperando el premio final que no era otra cosa mas que poder dar una vuelta, montados en los burros, en redondo a la era. Después venía la comida, el remate de aventar los granos, rellenar los sacos y trasportarlos al almacén. En aquélla ocasión no eran cereales, sino leguminosas: arbejas, judías, chícharos, garbanzos y lentejas. 


Por mis invitados, hijos y sobrinos de ciudad, a los que tuve que explicar todo el proceso desde la siembra a la trilla y, finalmente, el molino. Los días anteriores me encargué personalmente de la siega a mano y a ellos les dejé una hilera para que vieran y experimentaran la dureza del trabajo agrícola. Sudaron la gota gorda, los puse a trabajar, con un sol plomizo y calor en alerta amarilla. Ellos mismos llevaron las gavillas de trigo a la improvisada era (un patio de lajas frente al alpendre) y allí se extendió en parva circular el trigo cosechado.Colocadas de una en una, desde el centro hacia el exterior del círculo, empezaron a pisar y  así  una vuelta y tantas más hasta que la paja resultante bajó su volúmen y quedó casi pegado a la laja. Cantaron, contaron chistes, se rieron y hacían preguntas de niños. Les dí un descanso mientras yo y el padre de Lucía, bajo su consejo, soltamos el trigo inviertiendo el orden de origen: lo de abajo arriba y lo de arriba abajo. Una nueva pasada y cuando la espiga dejó de llorar ya el trabajo, practicamente, estaba finalizado. Se  comió y bebió en abundancia. El menú de la trilla consistió en asado de costillas, chuletas de cordero, pollo, salchichas, papas arrugadas con sus mojos y pan integral hecho en la propia finca en el  horno de leña. De postre, buñuelos de San Martín y helados de turrón, piña tropical y melón, que yo mismo me engargué de elaborarlos días antes.



Después del descanso de la comida, nos relajamos y nos reímos con comentarios y chistes de los sobrinos e hijos. La tarde seguía plomiza y apenas corría una pizca de brisa. Finalmente, no pudimos aventar el grano, así que ése será un trabajo que me queda pendiente para las próximas semanas. Les expliqué, con cedazo en mano, una vez separada la paja gruesa, cómo íbamos recuperando los granos de trigo, casi limpios por la acción del viento. Ésto les impresionó ya que no se lo esperaban así. La imágen los transportó a los buscadores de oro del viejo oeste.




El trabajo había terminado. Hasta que se fueron  nos entretuvimos con detalles de la  vida animal. Fuimos a los corrales a que conocieran a los otros moradores de la finca: las gallinas, los perros,  los gatos y la cabra Tara y su eventual compañero, un macho cabrío de raza palmera, que como puede hace su trabajo de cortejo y reproducción. Nos quedó tiempo para merendar un queque que Lucía consiguió sacar adelante con el calor residual del horno, y que desapareció al momento.


 Fue este día de trilla un día pleno de vivencias y de satisfacciones. Espero repetirlo muchos años más, aunque sea a título de testimonio y experiencia, como lo hiciera el padre de Lucía en el día de hoy.

jueves, 21 de julio de 2011

Recetario: Tarta de la abuela Nieves




No recuerdo con claridad, en mi niñez, cuándo mi madre por mi cumpleaños y el de mis hermanos, y después el de sus nietos, nos obsequiaba con esta tarta de chocolate y crema de mantequilla. Lo cierto es que yo he repetido esta tradición familiar con mis hijos y ellos siempre la esperan. Si no hay tarta de la abuela parece que la celebración no es la misma. Es una tarta que se toma fría y con un día de elaboración. Cuanto más se retrase su consumo más gustosa estará.

Ingredientes:

- dos tabletas de chocolate negro
- 1 litro de nata
- 350 gramos mantequilla o de margarina
- 150 gramos de azúcar glas
- 250 dl de leche
- 2 huevos
- Galletas María tipo hojaldrada
- Un chorrito de cointreau o cualquier otro licor

Preparación:

1.- Chocolate:

Preparamos 24 horas antes el chocolate. Ponemos a hervir la nata con la mantequilla o margarina (100 g.). Quitamos del fuego e incorporamos el chocolate troceado y con cuchara de madera daremos vueltas hasta que el chocolate quede totalmente diluido. Dejamos a temperatura ambiente y lo ponemos 12 horas en la nevera para que nos facilite posteriormente el trabjo de extendido.

2.- Crema:

Metemos en la batidora o en nuestro robot 250 g. de margarina (la prefiero a la mantequilla pues es más ligera). Ponemos el azúcar y una vez haya blanqueado y cogido volúmen,  uno a uno, incorporamos los huevos. Batimos sin que se genere mucho calor y nuestra crema de relleno ya está lista.

3.- Galleta:

 El tercer ingrediente de esta tarta es la galleta, la leche y el licor. Ponemos la leche en un plato, goteamos el licor y humedecemos las galletas. Pasamos a nuestro molde, combinando una capa de crema, otra de galletas y otra de chocolate. Rematamos y dejamos en nevera 16 horas.

 Desmoldamos dándole calor, en baño maría, al molde y alisamos y marmoleamos las betas de crema y chocolate. Podemos adornarla con guindas o, en manga pastelera, con suspiros de trufa de chocolate.