sábado, 4 de octubre de 2014

Los colonos canarios fundadores de Montevideo







Es la segunda vez en este año que viajo a la Argentina, y en esta ocasión, además, con el deseo de cruzar el Río de La Plata y acercarme a la República Oriental de Uruguay. Allí quería comprobar la existencia de la huella canaria en la fundación de la ciudad de Montevideo, capital de la República, y contactar con los descendientes indirectos de todos aquellos canarios que emigraron a ese país en dos oleadas diferenciadas. Una, entre los años 1726-1729 y la siguiente, después de una prolongada inactividad, entre los años 1835-1856.


La presencia española en la zona oriental de la provincia porteña de Buenos Aires  siempre estuvo discutida por la monarquía portuguesa, primero y, después, por Brasil y los intereses comerciales británicos. Así se sucedían en el dominio del territorio las tropas más operativas en la custodia de los intereses comerciales y geoestratégicos de las monarquías reinantes. Por  mandato de la Corona Española, que ejecutó el gobernador  Bruno Mauricio de Zabala, Montevideo  y Maldonado se configuraron como plazas militares  en 1724, también Colonia de Sacramento que no estuvo ajena a la alternancia del dominio y soberanía, tanto portuguesa, como española.


Aquel territorio hostil y desértico necesitaba, además del acuartelamiento militar, de población civil permanente y estable que asegurara el asentamiento de lo que años después sería la ciudad de Montevideo. El primer contingente de familias canarias en número de  25 embarcaron en en el navío Nuestra Señora de la Enzina en el puerto de Santa Cruz de Tenerife el 21 de agosto, arribando a la ensenada de Montevideo el 19 de noviembre de 1726. Esta primera población de colonos canarios  y un pequeño contingente de seis familias bonaerenses fueron inmediatamente censadas y empadronadas, trabajo realizado por el Capitán de Corazas de Buenos Aires, Don Pedro Millán. La ubicación de estos colonos se extendió, tanto por Montevideo, como por sus alrededores, donde hoy se encuentran los departamentos de San José,  Canelones, Lavalleja, Maldonado y Florida.

Tras la segunda llegada de los colonos canarios (1729), venidos en los veleros San Martín y San Bruno, escoltados por la fragata San Martín, la población de Montevideo aumentó, y siguiendo órdenes reales se formalizó la constitución del  primer Cabildo de Montevideo. Bajo el impulso del Gobernador Zabala el 1 de enero de  1730, en una primera sesión constitutiva del Cabildo se eligen a las primeras autoridades  de la ciudad, y estas primeras autoridades eran mayoritariamente canarias. Era tal la influencia y presencia de los colonos canarios que se extendió pronto el gentilicio de canario, desde Canelones hasta todo el interior del medio rural de Uruguay. Pero en realidad el proceso de la canarización empieza con la fundación de Montevideo por las primeras familias llegadas de las Islas Canarias, sobretodo en esta etapa, de Tenerife, La Palma y Gran Canaria, y posterioremte, como ya he señalado, fueron emigrantes de Fuerteventura y Lanzarote quienes reforzaron el proceso de canarización en el interior del Uruguay y, muy particularmente, en el medio rural, potenciándose el cultivo de cereales, hortalizas, papas, leguminosas y frutales. Todavía hoy se consume el gofio (harina de millo o maíz) que trajeron estos inmigrantes isleños.

La ciudad de Montevideo y los departamentos que conforman este territorio colonial, llegado el siglo XIX, no es ajena al largo periodo revolucionario, abierto en toda la América hispana que progresivamente discurre hacia la independencia de España, en un contexto geopolítico complejo por la revolución napoleónica en el continente y la influencia portuguesa-brasileña de incorporar la provincia oriental a sus territorios. Pero, además, este proceso revolucionario afecta, para el caso de la provincia oriental, a sus relaciones con las demás provincias argentinas. En este periodo entra en juego el federalista José Gervasio Artigas, nieto de una lagunera, María Rodríguez Camejo, de Tenerife, que arribó  a Montevideo en 1726 con el primer grupo de familias canarias.  Artigas ya Caudillo protector de la provincia oriental se une  a la llamada Liga Federal de la que queda excluida la provincia bonaerense pero no Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Misiones.  De difícil explicación Artigas pasó de patriota a traidor en sus relaciones con los realistas y unionistas. Complejo el maridaje que practicó (venció a los españoles en Las Piedras, se separó de Buenos Aires pero potenció la Liga Federal) hasta su exilio en Paraguay tras su derrota en Tacuarembó, contra los portugueses, en el asedio a Montevideo.

Si Artigas destacó en lo militar, otros próceres descendientes de los primeros canarios fueron conformando, con sus actividades, la ciudad de Montevideo. Entre otros se destacan el presbítero José Manuel Pérez Castellano nieto de  Felipe Pérez de Sosa, natural de Tenerife, que ocupó distintos cargos en el Cabildo. Pérez Castellano es considerado el primer teórico de los manuales de agricultura que sirvieron de base para el desarrollo agrícola de Montevideo y demás comunas del cordón exterior de la ciudad. Tambien ocupó cargos en la Junta Gubernativa y del Cabildo abierto.  Su hermano Felipe Pérez Castellano, que tuvo descendencia, continuó con el linaje en la figura de su hijo Luis Eduardo Pérez, siguiendo el quehacer político y legislador de su tío.  Otro nombre ilustre, Francisco Antonio Maciel, de ascendencia canaria fue comerciante y promotor del primer hospital de la ciudad. Del linaje de los Herrera, sobretodo, se dedicaron a la política destacando Nicolás Herrera, diputado, abogado, Ministro en la Buenos Aires de Posadas y Alvear, personaje ecléctico que también se relacionó con los ingleses y portugueses. Su hijo Manuel Herrera y Obes también ocupó cargos políticos, como los Ministerios de  de Gobierno y Relaciones Exteriores y Defensa y Hacienda de varios Presidentes  de la nueva República Oriental de Uruguay. Su hijo Julio Herrera y Obes fue nombrado el 1 de marzo de 1890, por la Asamblea General, Presidente de la República.


Otros personajes influyentes de linaje canario fueron Luis Eduardo Pérez, Vicepresidente de la Asamblea de Florida, Gobernador delegado y Senador de la República; Francisco Aguilar emprendedor de variados negocios, financió las actividades militares de Lavalleja y de la cruzada de los 33 Orientales contra la dominación portuguesa, fué Senador de la República y Presidente de la Comisión Permanente; Pagola, Zifriategui, Trápani, de la Sierra, Bouzá,  Giró quien llegó a ser  Presidente  de la República durante 1852-1856, Ramón de Cáceres,  Cruz Aguirre,  Villademoros   todos protagonistas del legado artigista y de Lavalleja, protagosnistas algunos de la Guerra Grande y de la Cruzada Libertadora, artífices de la nueva nación uruguaya. En lo religioso, por el cargo eclesiático que ocupó, y por ser protagonista de las relaciones Iglesia-Estado, está Monseñor Jacinto Vera, oriundo de Tinajo (Lanzarote), primer Obispo de Montevideo, que vivió la casi totalidad del siglo XIX.

Volviendo al apunte histórico, en el contexto del enfrentamiento permanente con Portugal y Brasil, se constituye en la villa de Florida, el 20 de agosto de 1825,  la Honorable Sala de Representantes de la Provincia Oriental, decidiéndose días después, entre otras disposiciones,  la designación de los diputados representantes para el Congreso de la Provincias Unidas, el nombramiento del Gobernador y Capitán General de la Provincia Oriental y la anulación de los actos de incorporación al reino de Portugal  y al emperador de Brasil y "de cualquiera otro del universo". Se decide igualmente la unión de esta Provincia Oriental del Río de La Plata a las demás del sur del continente y se crea el pabellón provincial con los colores celeste, blanco y punzó.  La primera constitución fue adoptada el 18 de julio de 1830, dándose al país el nombre de Estado Oriental de Uruguay, siendo su primer presidente Fructuoso Rivera.  A partir de aquí y a lo largo de todo el siglo XIX se suceden y repiten los conflictos territoriales, tanto con la Argentina, como con Portugal y Brasil, vuelve el caudillismo y el militarismo y tras cortos periodos de democracia, entre los partidos blancos y colorados se implantan gobiernos represivos y de dictaduras militares. La democracia vuelve al país en el último tercio del siglo XX,  con la Presidencia de la Nación en 1985 en manos de Julio María Sanguinetti, cierra el siglo Jorge Batle, del linaje de Lorenzo Batle, quien indirectamente está relacionado  con ascendientes canarios. 

El inicio del siglo XXI, con las elecciones  del 31 de octubre de 2004, la colición de izquierdas Encuentro-Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría, gana las elecciones y coloca en la Presidencia a Tabaré Vázquez. En 2009, la izquierda vuelve a colocar en el Gobierno a su segundo Presidente  José Mujíca, pero ésta es ya otra Uruguay y otro Montevideo muy distinto  a aquel territorio inhóspito  y desolado con el que se encontraron los primeros canarios fundadores de Montevideo.  


Les decía al principio de esta entrada que este era mi segundo viaje a la Argentina y primero al Uruguay, y a Montevideo,  para  seguir impulsando el conocimiento de los canarios de allá y los de acá.  Regresé de Uruguay con un sentimiento agridulce. Por una parte, sentí lo canario nada mas pisar el Puerto de Montevideo, callejeando por su avenidas y plazas, visitando las Comunas Canarias de Las Piedras y Canelones, hablando con su gente, viendo la venta de gofio en las tiendas, asombrándome con la palmeras canarias y dragos, con los cultivos de cereales y los frutales, con el arrorró que nuestros paisanos trajeron y que hoy en día se sigue cantando a los niños, feliz con el encuentro, gracias a su Presidenta Inmaculada Cedrés Padrón, que mantuve con la Asociación Islas Canarias y la labor de difusión que hacen de nuestra cultura,  y  la asistencia  que prestan a los canarios que allí residen. Pero también me fui de ese país con la pena de comprobar que el pasado canario de Montevideo  ya casi está en el olvido para los propios uruguayos, pero también  para los propios canarios de esta orilla del Atlántico.



Adquirí un compromiso cuando dejé Uruguay. Volveré al país para conocerlo mejor y promover y colaborar con la Asociación Islas Canarias en el reconocimiento de la canarización que siglos atrás se dió  en el proceso y consolidación de la gran ciudad que hoy es Montevideo, pero también trabajaré para que las autoridades de nuestro Gobierno, como ha hecho con otros países como Cuba, Venezuela, la propia Argentina, San Antonio de Texas, San Bernardo y demás enclaves continentales de la emigración canaria, mantengan y potencien las lineas de ayudas y de servicios de las que puedan beneficiarse tantos canarios del exterior. No puedo dejar de reconocer que se han hecho muchas cosas, pero tal vez no sean suficientes, ni las mas apremiantes. Sostener este vínculo cultural del pasado es una obligación de reconocimiento que debemos tener con los colonos canarios y sus descendientes de la Provincia Oriental del Uruguay.









Nota al margen:

La mayoría de las notas históricas de este artículo han sido consultadas en el libro "La Historia secreta de Montevideo" del joven historiador uruguayo Leonardo Borges,  afortunadamente en mis manos gracias a la Junta Directiva de la Asociación Islas Canarias de Montevideo.  
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