Iniciamos el tour en la capital de Chequia, Praga, tan recordada por sus implicaciones en la dos guerras mundiales que afectaron a Europa y por su vinculación a la extinta URSS, pasado que el pueblo checo, valientemente trata de superar y olvidar, al igual que el resto de las hoy repúblicas democráticas también visitadas: Austria, y su capital Viena, Hungría y su capital Budapest y, finalmente, Eslovaquia con capital en Bratislava.
Como resumen, diría que ninguno de estos países, en cuanto a monumentalidad, no destacan unos sobre los otros, tanto la civil como, la religiosa y política: catedrales, basílicas, castillos, puentes, palacios, teatros, óperas, mercados... son arquitecturas singulares, extraordinarias y muy bien conservadas, pero que cada vez más sufren la presión del turismo internacional, con lo que ello supone para el equilibrio del medio ambiente y la gestión de la energía y los residuos puestos a disposición de las industrias y de las actividades agrícolas y ganaderas.
Son todos países emergentes que progresivamente se están alineando a las políticas neoliberales y capitalistas, donde la socialdemocracia no termina de abrirse paso. El pasado de comunismo satélite ha dejado una huella de gestión política, económica y social muy controvertida que ha hecho pendular, casi sin matices, los extremos ideológicos, si bien, suavizados por la izquierda.
Si tuviera que quedarme con algunas imágenes, destacaría en primer lugar la del Parlamento húngaro a orillas del Danubio, así como el Mirador de San Gerardo y Mercado Central. De Praga, la Plaza de la Ciudad Vieja y el reloj astronómico del Ayuntamiento, el Puente antiguo de Carlos y el pueblo medieval de Cesky Krumlov y su Castillo a orillas del del río Moldava. De Viena, el Parlamento, Ayuntamiento, los Palacios de Hofburg, Belvedere y de Schönbrunn. De Eslovenia, sus extensiones agrícolas y Bratislava capital y Castillo.