domingo, 22 de enero de 2012

Recetario: Quiche de sardinas

En pocas ocasiones hago cocina de reciclaje. Esta vez, reutilicé las sardinas fritas que me habían sobrado del menú del día anterior : papas nuevas de mi cosecha, arrugadas y con mojo de cilantro. Limpié las sardinas de sus espinas y escamas y las desmenucé a mano, de tal forma que quedaran como un grumble. Los elementos básicos de la quiche ya se recogen en una anterior receta. 1) masa quebrada, 2) huevos batidos, 3) nata para montar, y 4) la selección del género (como diría la tía Angelita) elegido: en esta receta puerros, cebolletas y sardinas fritas.

Elaboración:

Precocinamos al horno la masa ya colocada en su bandeja. Reservamos y hacemos el refrito de los puerros y cebolletas de nuestro huerto. Batimos 3 huevos del trío de las gallinas de corral, criadas al aire libre, que tenemos en la finca, añadimos la nata, puerros, cebolletas y las sardinas. Mezclamos todo, salpimentamos y vertemos en el molde de la quiche. Dejamos en el horno, 30 minutos a una temperatura de 180º y un gratinado final de 5 minutos. El resultado se puede observar en las imágenes que acompañan esta entrada. Es éste un plato sencillo, aunque de combinación casi perfecta entre colesterol y la aportación neutralizante que dan los ácidos grasos insaturados de las sardinas. En cualquier caso, es un aperitivo perfecto que entra muy bién con cerveza o vino blanco muy fríos.


PD: No es costumbre hablar de familiares en una receta. Hoy lo he hecho de la tía Angelita, madrileña, este año centenaria, y todavía activa como un reguilete, vive sola, aunque con la supervisión y el cariño de sus sobrinos carnales Carlos y Enrique. La familia regentaba, con una antigüedad bicentenaria, una frutería en Sol, en la calle más larga de la zona ya que entrabas por Cádiz y salías por Barcelona. Recuerdo de mi estancia universitaria en Madrid mis visitas a la frutería y los aperitivos que tomaba con el tío Paco y la tía Angelita, y sobretodo, las comidas de la tía, por cierto, la irrepetible merluza con las judías tiernas sancochadas, aderezadas con aceite y vinagre, y la paella de los domingos. Estoy convencido que la centenaria vida de la tía tiene mucho que ver con esa cocina sana y de calidad que sigue practicando: principalmente frutas, verduras y pescados. La foto se corresponde con la Navidad de 1910.