Pensaba que mis actividades agrícolas en Finca Mayo ya estaban cerradas, que nada nuevo se me ocurriría para seguir manteniendo la ilusión de poder ofrecer algo nuevo a mis familiares y amigos. Mi compañera y socia, que me anima constantemente a mantener en alto las innovaciones en la finca, me plantea después de una cosecha muy buena en piñas, la elaboración de gofio. En Canarias y algunos países de Suramérica, introducido por los antiguos colonos fundadores canarios, caso de Uruguay, se mantiene este ancestral alimento aborigen llamado "gofio" , que es el resultado de la molienda de los granos de millo, así lo llamamos en las islas al maíz, previamente tostados y pasados por el molino, convirtiéndose en una harina amarillenta que sigue siendo un alimento emblemático de los canarios.
Los recuerdos de la infancia, me llevaron a mis estancias veraniegas en Haria (isla de Lanzarote) en la que mi familia materna, al mando de mi abuela, elaboraba gofio y en la que se participaba, con cantos, juegos historias y risas de todo el proceso previo, desde la plantación, recolección, secado, descamisado, desgranado, tostado y, finalmente, la molienda final. Estos recuerdos de la infancia, como alma evocadora del pasado, también están presentes en el "hic et nunc" y actúan también como facilitadores del bienestar personal y colectivo. En Finca Mayo disfrutamos y compartimos con la familia y amigos estos momentos mágicos de los recuerdos ancestrales que nos obligan a mantener viva la herencia cultural de nuestros antepasados.
Traído el gofio del molino y proceder al reparto, lo más esperado era acercarnos a los corrales, tazón en mano, para el ordeño de las cabras y esperar el turno para tomar el gofio con leche, todavía calentita del ubre de la cabra recién ordeñada, y saborear el rico alimento que nos convertiría, en el futuro en hombres y mujeres fuertes y sanos. Así era la letanía que nos repetían insistentemente nuestros mayores.
Carozo en mano, reviví esta experiencia con mi amigo Celso que, una tarde con copa de mistela de FM incluida y un queque, me acompañó a descamisar y desgranar las piñas que, en días posteriores, culminé con mi hijo Ernesto Fidel y Mapi. Esto se vive, y ocurre en Finca Mayo.