En estos días los partidos políticos negocian la colocación de sus prohombres en algunos de los puestos institucionales de la Comunidad Autónoma de Canarias que están vacantes. Una de esas instituciones vacante es la del Diputado del Común, figura que deriva de la del Defensor del Pueblo. Su titular nombrado por el Parlamento de Canarias tiene la consideración de Alto Comisionado para la defensa de los derechos fundamentales y libertades públicas, al mismo tiempo que supervisa las actuaciones de las administraciones públicas canarias respecto a esos derechos. Con el actual Diputado del Común, en situación de interinidad, han sido cuatro los titulares de esta Institución. Sólo uno, el Sr. Diaz Tejera, lo cogió el nombramiento en una edad adecuada, aunque ya era un político profesional. Los tres restantes asumieron el cargo en edades de jubilados o prejubilados y sus profesiones eran las de profesional liberal, abogado-político, funcionario-juez y juez.
El PSCanario, por lo que parece, pretende colocar en el puesto al Sr. Saavedra, también jubilado y político, por cierto, cuestionado y contestado en las últimas elecciones. Por eso encabezo esta entrada, aludiendo a lo del "cementerio de elefantes". Sí creo que en eso se ha convertido la institución del Diputado del Común y es imperdonable que se devalúe la acción preventiva y activa del Diputado con perfiles políticos gastados. Comparto la idea de que el Diputado del Común debe tener un perfil eminentemente cívico y no político, además, ligado a la defensa de los derechos fundamentales y libertades públicas y en edad adecuada para darle dinamismo e innovación a la tarea de la defensa de los ciudadanos. Aclaro que el status de jubilado no desmerece la asunsión de responsabilidades públicas, lo que afirmo es que ese retiro obligatorio, pleno de experiencia y sabiduría, puede ser aprovechado en otros quehaceres. El último tramo de la vida necesita sosiego, trabajo de recuperación de la memoria, conciliación con el pasado, enseñanza, consejo y el aprendizaje de nuevas tareas y nuevos retos. El retiro final de una persona, el broche final a una carrera política no debiera cerrarse en el Diputado del Común, ni ser la oportunidasd de los partidos para premiar los servicios prestados y las lealtades de sus prohombres, por muy insignes que hayan sido.
No quisiera terminar esta entrada, con las propuestas de extinción de esta constitucional y estatutaria Institución que ha hecho estos días la muchachada del Partido Popular. Asombra la visión que tienen de la defensa de los derechos fundamentales y de las libertades públicas. Ignorancia, farolada, frivolidad, fantasmada. Pareciera que a esta formación política percibe al Diputado del Común para asistir a saraos, pases de modelo, para acompañar en las inauguraciones y ponerse morados de canapés, apretones de manos, besos sonrientes y muecas de compromiso. Es posible que se tenga que modificar la Ley del Diputado del Común, y sería necesario que se haga en esta Legislatura, dotarla de nuevas competencias ejecutivas, que hoy carece, así como redifinir el perfil y funciones, y también de los Adjuntos. No sería bueno para nuestra calidad democrática que esta herramienta de defensa de los derechos y de control indirecto de las administraciones cayera en la inercia y la inoperatividad más absoluta.