Hace tiempo, a propósito de un encuentro entre amigos en Finca Mayo, hablamos de la necesaria reflexión que deberían hacer los gestores públicos respecto a la implantación en las administraciones públicas de modelos de gestión provenientes del sector privado. Uno de esos modelos, definido como Nueva Gerencia o Gestión Pública (NGP) se ha abierto camino progresivamente en la mayoría de las administraciones públicas, siendo por lo general los gobiernos conservadores quienes más han optado por esta línea de gestión. Los postulados ideológicos de esta nueva forma de gestión pública tienen su origen (1937) en la recuperación de los principios del liberalismo, ahora redefinido como neoliberalismo.
Haciendo un repaso sencillo a la historia, la presentación en París en ese año del libro "The Good Society", de Walter Lippmann, creó como grupo de opinión e influencia, muy destacado en los círculos empresariales y económicos, el llamado Coloquio Lippmann. Diez años más tarde (1947) en Mont Pèlerin (Suiza) se crea una Sociedad que trabajaría por el ideario del grupo de París que en resumen consistía en la recuperación y práctica de los principios del liberalismo económico, es decir, de la competencia, la rentabilidad y el cálculo de los precios, llegándose en las décadas posteriores a la crisis del concepto del Estado del Bienestar (EB), precisamente por ser su política de gasto y servicio público contraria a esos principios del mercado. Massenet (1975) en plena implantación del EB, en su libro NGP, que llevaba por subtítulo "El Estado sin burocracia", vuelve a los postulados mercantilistas en la gestión pública. Como predecesor de este pensamiento liberal en lo público está, entre otros, Gelinier (1966).
A partir de la década de los 80 se cambia el concepto de gestión por el de gerencia, acuñándose de esta manera el de Nueva Gerencia Pública que poco se va a separar del camino recorrido y que perfecciona los conceptos prioritarios anteriores de orientación al cliente, la privatización de lo público, el juego del mercado y la competencia. Desde el punto de vista organizacional se produce en lo público un enfoque empresarial-gerencial, se aplica la gestión por objetivos orientada a resultados, los sectores de gestión se organizan en agencias y se planifica, sobretodo, actuaciones para aminorar obsesivamente los costos y conseguir más eficacia y eficiencia. El Estado intervencionista y regulador queda limitado a definir el marco jurídico general en el que se van a producir las relaciones entre proveedores y clientes en un marco de plena libertad, aunque el Estado destine parte de sus ingresos nacionales a actuaciones de fomento (Baudin, 1956).
Esta visión neoliberal adqurió importancia y protagonismo en algunas administraciones, como la de Thatcher, la de Chile o la americana de Reagan y Bush o la también anglosajona Nueva Zelanda y, progresivamente se fué vendiendo en todos los foros económicos y administraciones bajo la tutela del FMI, del Banco Mundial y de la OCDE. En este sentido la reducción del intervencionismo estatal fue el requisito previo para la financiación de los programas políticos y de la deuda de los estados. De esta manera se devolvía, el valor de la propiedad de la producción a la iniciativa privada dejando los aparatos de Estado a su mínima expresión. Era esta una vieja aspiración de los postulados liberales.
En resumen, tratanto de unir la historia y simplificando los hitos de evolución que ha tenido la NGP, se puede decir que los postulados fundacionales de Lippmann y la Sociedad de Mont Pèlerin que catectrizan la nueva gerencia pública son los siguientes:
- orientación al cliente
- privatización
- mercado
- competencia
- enfoque empresarial
- gerencia por objetivos y resultados
- agenciación
- reducción de costes
Queda claro que los procesos de modernización y adaptación de las administraciones públicas a los nuevos tiempos han venido de la mano de un entorno ideológico neoliberal, donde una corriente neoempresarial ha impulsado el cambio de un modelo de gestión pública de corte weberiano jerarquizado a otro más adaptativo, abierto y moderno. La extensión de estos modelos, no obstante su implantación hoy en muchos países, ha entrado para algunos autores en una crisis que se ha visto superada por nuevas corrientes de gestión que buscan alternativas superadoras de ésta. Frente a esas formas neoliberales de ver y entender lo público se viene abriendo camino la opción neopública cuya posición se alinea con el reforzamiento de la posición del Estado en la gestión de los servicios publicos, teniendo como notas características las siguientes:
- repolitización: reforzando el concepto de ciudadanía y no el de cliente, buscando recrear la legitimidad política
- racionalización: potenciando los valores de lo público, creando una cultura de eficacia y ética en la gestión pública
- impulso de nuevos derechos cívicos adaptados a las nuevas situaciones de la ciudadania
- universalidad e igualdad en la prestación de los servicios y resdistribución de las cargas fiscales
- control, evaluación y racionalización de la externalización de los ervicios públicos
- transparencia y participación
A partir de la década de los 80 se cambia el concepto de gestión por el de gerencia, acuñándose de esta manera el de Nueva Gerencia Pública que poco se va a separar del camino recorrido y que perfecciona los conceptos prioritarios anteriores de orientación al cliente, la privatización de lo público, el juego del mercado y la competencia. Desde el punto de vista organizacional se produce en lo público un enfoque empresarial-gerencial, se aplica la gestión por objetivos orientada a resultados, los sectores de gestión se organizan en agencias y se planifica, sobretodo, actuaciones para aminorar obsesivamente los costos y conseguir más eficacia y eficiencia. El Estado intervencionista y regulador queda limitado a definir el marco jurídico general en el que se van a producir las relaciones entre proveedores y clientes en un marco de plena libertad, aunque el Estado destine parte de sus ingresos nacionales a actuaciones de fomento (Baudin, 1956).
Esta visión neoliberal adqurió importancia y protagonismo en algunas administraciones, como la de Thatcher, la de Chile o la americana de Reagan y Bush o la también anglosajona Nueva Zelanda y, progresivamente se fué vendiendo en todos los foros económicos y administraciones bajo la tutela del FMI, del Banco Mundial y de la OCDE. En este sentido la reducción del intervencionismo estatal fue el requisito previo para la financiación de los programas políticos y de la deuda de los estados. De esta manera se devolvía, el valor de la propiedad de la producción a la iniciativa privada dejando los aparatos de Estado a su mínima expresión. Era esta una vieja aspiración de los postulados liberales.
En resumen, tratanto de unir la historia y simplificando los hitos de evolución que ha tenido la NGP, se puede decir que los postulados fundacionales de Lippmann y la Sociedad de Mont Pèlerin que catectrizan la nueva gerencia pública son los siguientes:
- orientación al cliente
- privatización
- mercado
- competencia
- enfoque empresarial
- gerencia por objetivos y resultados
- agenciación
- reducción de costes
Queda claro que los procesos de modernización y adaptación de las administraciones públicas a los nuevos tiempos han venido de la mano de un entorno ideológico neoliberal, donde una corriente neoempresarial ha impulsado el cambio de un modelo de gestión pública de corte weberiano jerarquizado a otro más adaptativo, abierto y moderno. La extensión de estos modelos, no obstante su implantación hoy en muchos países, ha entrado para algunos autores en una crisis que se ha visto superada por nuevas corrientes de gestión que buscan alternativas superadoras de ésta. Frente a esas formas neoliberales de ver y entender lo público se viene abriendo camino la opción neopública cuya posición se alinea con el reforzamiento de la posición del Estado en la gestión de los servicios publicos, teniendo como notas características las siguientes:
- repolitización: reforzando el concepto de ciudadanía y no el de cliente, buscando recrear la legitimidad política
- racionalización: potenciando los valores de lo público, creando una cultura de eficacia y ética en la gestión pública
- impulso de nuevos derechos cívicos adaptados a las nuevas situaciones de la ciudadania
- universalidad e igualdad en la prestación de los servicios y resdistribución de las cargas fiscales
- control, evaluación y racionalización de la externalización de los ervicios públicos
- transparencia y participación
Con esta entrada cumplo la promesa hecha a los amigos, en Finca Mayo, de aportar al análisis de la NGP otros puntos de vista sobre la gestión de los servicios públicos que no son precisamente los dominantes. Si concretáramos en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Canarias qué posición estratégica de gestión se aplica en nuestros servicios públicos, lo tendríamos muy complicado. En cualquier caso, la situación de pacto de gobierno actual (entre conservador-centrista y social demócrata) nos llevaría a una posición ecléctica entre lo neoempresarial y lo neopúblico. Bueno, es un decir por salir del aprieto porque la cosa pública no está nada, nada clara. Tal vez, la ciudadanía no sabe bién hacia dónde va nuestro Gobierno y si su orientación es neoempresarial o neo- pública. Algunas de nuestras leyes, como la presupuestaria y de hacienda, así como los últimos Acuerdos del Gobierno y los gestos protagonizados por algunos de sus representantes no parecen que se separan mucho en el fondo de las políticas conservadoras del Gobierno del Partido Popular, aunque en las formas aparenten lo contrario. Si se me permite la expresión, lo que se trasluce de la política canaria es cierto grado de indigenismo político, mezclado con una ingenuidad aparente. Los ciudadanos, perplejos, nos estamos tragando las reformas e inicitaivas del Partido Popular de restricción de derechos y servicios, de privatización aparente, cuando no real, de prestaciones logradas al amparo del EB y al mismo tiempo vemos gravadas nuestras imposiciones y tributos. Extraño maridaje que ya vislumbra signos de agotamiento y rebeldía.
Finalmente, quienes trabajamos en lo público debemos estar atentos en no caer en la tecnocracia e ir más allá en la aportación de ideas que como todos sabemos no son precisamente neutras o libres de alguna influencia ideológica. El interés general, la profesionalidad, la imparcialidad, entre otros, son principios que conforman también, además de atributos de la función pública, que se nos debe suponer, nuestro conocimiento crítico frente a políticas regresivas en la conquista de los derechos fundamentales y libertades que se consagran en nuestro texto constitucional. Por eso es necesario conocer, para explicarlo a la ciudadanía, qué es lo que se esconde tras las políticas de modernización de la NGP.
Finalmente, quienes trabajamos en lo público debemos estar atentos en no caer en la tecnocracia e ir más allá en la aportación de ideas que como todos sabemos no son precisamente neutras o libres de alguna influencia ideológica. El interés general, la profesionalidad, la imparcialidad, entre otros, son principios que conforman también, además de atributos de la función pública, que se nos debe suponer, nuestro conocimiento crítico frente a políticas regresivas en la conquista de los derechos fundamentales y libertades que se consagran en nuestro texto constitucional. Por eso es necesario conocer, para explicarlo a la ciudadanía, qué es lo que se esconde tras las políticas de modernización de la NGP.