viernes, 22 de mayo de 2015

Muy tempranito en la real ciudad de Gáldar

Hay días en los que uno se levanta con el deseo de hacer algo distinto que rompa con la monotonía diaria. Hoy muy tempranito, casi con el alba, tomé la guagua y me fui a la ciudad de Gáldar, antigua sede prehispánica del Gunartemato de Agáldar, centro de avanzada civilización de los primitivos aborígenes canarii de la isla de Tamarán, nombre prehispánico de la hoy Gran Canaria, una de las islas que conforman el archipiélago canario. Durante la conquista  de las islas por la corona de Castilla, finalizada hacia finales del siglo XV, regía el gunartemato de Gáldar  su jefe tribal Tenesor Semidan, según unos, traidor a su pueblo por entregarse al conquistador y, según otros, visionario que prefirió adaptarse al nuevo poder, colaborando con el conquistador en la ocupación y vasallaje del resto de las islas, particularmente,  la de Tenerife, la última isla sometida, donde hoy descansan sus huesos.


Este canarii pisó la Corte de los Reyes Católicos, donde fue cristianizado, tomando por nombre el de Fernando Guanarteme. Otros jefes tribales como Bentejuí prefirieron la autoinmolación a la entrega, tirándose por los riscos cumbreros al grito de Atis Tirma que, muchos estudiosos de la historia de la conquista de las islas, lo traducen por "libertad". 

No es mi intención abrumar, a quienes acceden a este post, con mas apuntes históricos que estos indispensables y muy breves, a propósito  de las instantáneas de esos nombres que captó el objetivo de mi cámara fotográfica, y que dan seña de algunas de las calles que conforman el actual casco urbano de la ciudad visitada.

Como les decía, muy tempranito, mientras esperaba la apertura de la recova, paseé por las calles de esta noble ciudad, recreándome en sus monumentos, casas y rincones. A esa hora de la mañana,  solitaria, tranquila y fresca, y como únicos acompañantes mis recuerdos de otros tiempos, los operarios municipales  que limpiaban las hojas caídas de los laureles de indias de su plaza, los comerciantes y proveedores de los géneros agrícolas, ganaderos y del mar que en este día se expondrían al consumo de los muchos compradores que muy lentamente empezaban a ocupar sus calles.

Iglesia, casino, museos, edificios históricos, casa consistorial y, especialmente, su recova fueron objeto del interés de mi cámara que, cual turista novato, me aplicaba por tomar la mejores instantáneas. Disfruté del alba en la ciudad de Gáldar, recién puesta y limpia a esa hora de la mañana, casi en exclusiva para mi.
Desayuné churros en el bar de los Hermanos González para después, tras una incuestionable espera,  entrar en la recova, inspeccionar y recrearme en los puestos llenos de frutas, hortalizas, papas y demás géneros, para finalmente, adquirir mi gofio de la Atalaya y mi queso  de las medianías del Norte. Abandonné Gáldar pletórico de paz cuando todavía el bullicio del sábado esperaba mi marcha para no inoportunarme y mis recuerdos volvieron a ocupar en mi memoria el sitio que a cada uno tenía por destino.

Llegué pronto a la capital de la isla, mi ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde me esperaba una comida con viejos amigos con los que disfruté de un simpar bacalao a la vizcaína en la Taberna extremeña. Exquisita tertulia y paseo por la playa de Las Canteras cerraron esta pletórica jornada de sensaciones satisfechas.