En este mes de mayo en casi todos los hospitales públicos finaliza la formación de los nuevos médicos especialistas. Con este apunte quiero llamar la atención, aunque peque de localista, de la nueva promoción de Oncología Médica de los hospitales canarios. Esta especialidad médica dura cuatro años como MIR, y a partir de este mismo, con el objeto de homologar la especialidad a las administraciones sanitarias europeas, su duración será cinco años. Los nuevos especialistas que se titulan en los hospitales canarios en este año de 2014 son tres.
Las gerencias de estos hospitales, en coordinación con las direcciones médicas y los responsables de los Servicios de Oncologia, planifican la colocación de estos nuevos titulados, todo hay que decirlo, en precario, en los mismos centros donde han culminado su formación. Pero no siempre ha sido así, a pesar de que la carga de trabajo durante esos cuatro años de formación ha recaído en estos Médicos Internos Residentes (MIR), su integración, o mejor, su expulsión del sistema público deja mucho que desear. La primera reflexión que me hago es de qué ha valido la inversión hecha por las autoridades sanitarias para después prescindir de estos facultativos. No todos consiguen integrase en las plantillas de sus hospitales de origen, ya que que las restricciones presupuestarias en el Capítulo de personal cada vez son mas sangrantes. Las políticas neoliberales que se aplican en la sanidad pública persiguen, entre otras cosas, su empobrecimiento y el desprestigio de sus servicios (en términos de resultados) para así dar opción a la privatización como solución a la mala gestión que los voceros de la sanidad privada repiten una y cien veces.
El Servicio de Oncologia Médica del Hospital Universitario Dr. Negrín, al igual que otros, pasan momentos difíciles por el aumento de la demanda de pacientes oncológicos, demanda que no se ve correspondida con la asignación de nuevos recursos y la falta de estabilidad de su plantilla. Es el caso de la precariedad de la contratación temporal de la mayoría de sus facultativos, agravada ahora por la congelación de sus efectivos y la no inclusión en la misma de los titulados formados en los distintos servicios se han visto obligados a tocar en la puerta de otros hospitales, a ver si corren mejor suerte o, en el peor de los casos, aumentar la lista del paro hasta ver, si aparece, otra oportunidad.
No se dan muchas explicaciones a este desastre de política de recursos humanos o peor aún se ha llegado a plantear que disminuyan el gasto farmacéutico (dígale Ud. a un paciente oncológico que la quimioterapia que le dan es de segunda categoría porque la de primera es muy cara). También se ha dicho a los médicos que renuncien a sus tardes (programadas por necesidad) para que ese ahorro se destine a plantillas. Vergüenza debiera darle a los responsables sanitarios de decir o plantear esas incoherencias. Dónde están las prioridades asistenciales y de bienestar para la población? A menudo, sobretodo en estos meses, he oído declaraciones complacientes de la Consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias negando las listas de espera, de lo bien que le van las estadísticas sanitarias, etc, etc. Por fortuna el pueblo es mucho más crítico que estos políticos profesionales.
Para escarnio de todos también en la sanidad canaria se dan situaciones de nepotismo, es decir, la existencia, por encima de cualquier legalidad, de algunos apellidos ilustres que piensan que es normal que los puestos de trabajo se hereden de padres a hijos y de éstos a nietos y demás parentela. Esta práctica tan deleznable y antiética se da sin que nadie levante la voz de la denuncia y de la transparencia. Existen aquí, al igual que en otros lares, la sucesión de puestos de padres a hijos, sin más merito contrastado que la de ser hijo o hija del Dr. X. Ni publicidad, ni concurrencia, ni principios de capacidad y mérito en la cobertura de puestos de especialistas de área y otros muchos más. Algunos hospitales de nuestro entorno hacen prácticas nespóticas y los responsables de la Administración sanitaria miran para otro lado.
Al igual que dejo apuntada la anterior reflexión tengo que decir también que hay profesionales sanitarios y de otros sectores que han adquirido sus puestos de trabajo por méritos propios y por capacidad contrastada en procesos de selección públicos y transparentes. Esta entrada no va para ellos por lo que han de sentirse orgullosos, cualesquiera que sean sus profesiones, de la estirpe de sus apellidos.
Cuando me decidí a hablar de estas cosas lo hice con sentido de responsabilidad, consciente de lo complejo de cada situación en particular, pero consciente también de aportar al servicio público una llamada de atención. Ningún servidor público, con independencia de sus responsabilidades por el cargo o función que desempeñen, deben seguir ajenos a esta realidad. Ahora las Direcciones-Gerencia de los hospitales, como estructuras organizativas jerarquizadas y el resto de niveles superiores e inferiores del Servicio Canario de la Salud deben tomar la iniciativa correctora oportuna, de forma inmediata y transparente.